sábado, 4 de julio de 2009

Lejano Oeste. Llega un forastero en tren y al bajar le dicen en la estación que no vaya al Saloon, que hay un indio muy peligroso.
- ¿Un indio? - pregunta el forastero - Me la suda, hombre.
El tío va al Saloon, y en la calle, al lado de la puerta, hay un indio escuchimizado con los ojos hundidos.
- ¿Y tú eres el indio ése que tiene a todo el pueblo acojonado?
- Sí, yo soy.
- Buah, que te den.
Entra el tío en el bar y cuando se sienta a la barra entra el indio y se le sienta al lado.
- ¿Quieres que te cuente una historia? -dice el indio.
- Venga, anda, escúpela.
- Bueno, esto pasó hace mucho, mucho tiempo... Era la época de las grandes guerras... Iba yo un día por la selva, cuando, de repente, un gigantesco "bebes" apareció delante de...
- ¿Qué "bebes"?
- Un gin-tonic por favor
El camarero se lo pone.
- Sigo... para enfrentarme al terrible "bebes", tuve que sacar mi "tomash" y darle con...
- ¿Qué "tomash"?
- Bueno póngame una ración de bravas jefe...
- ¡Puto indio!
El forastero se empezaba a picar...
- Total, que después de librarme del bicho aquel, me encontré con una tribu de "Ke-Mash"...
- ¿"Ke-Mash"?
- Bueno pues ponme para terminar un cafelito...
Entonces el forastero está hasta los cojones y ¡PAM!¡PAM! le vuela la cabeza al indio del cabreo. Al día siguiente vuelve el forastero al Saloon y se encuentra a tropecientos indios en el bar. Cuando entra, le dice el jefe:
- ¿Ser tú quién ha matado a Gorrón?
- Sí, he sido yo.
- ¿Tú solo?
- Sí.
- Pues nosotros con leche.

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